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martes, 24 de mayo de 2011

Poesía Difusa.



¿Qué pasa cuando tu imagen de los años, se transforma de un giro a otro? ¡Cuándo entiendes que tu sueño es grande y piensas en conquistarlo! Piensas girar a tu interior y arrebatarlo y sacar todo tu intelecto, en un constante pensamiento, de que lo ¡logras! Las ideas corren y tú actúas como un frio calculador, sientes que tienes el aliento en tus manos, sueñas con estos momentos que viven y dibujas emociones futuras, planeas almas inocentes que en el presente son vivas, que tienes todas tus aspiraciones y limites en el tiempo que no existen en este instante pero lo puedes percibir, porque lo puedes visualizar en el futuro. Corres ansioso y te adelantas a enunciados, pero no tienes las respuestas, y sin embargo… Llega ese día donde efectivamente el lema “en la competencia no hay lugar para el cansancio” se desenvuelve en tu sentido del tacto; te encuentras en un muro de sonidos donde todos los cuestionamientos que te formulaste se mutaron en los antónimos de tus deseos imaginarios… Piensas en que es una derrota y te sientes atrapado con la sensación de gritarle al ambiente que eres el chicle de la humanidad y que tu pretensión desenmascaró tu realidad. Entonces ¿Qué haces? El lamento y el odio no son justos, pero entenderías que somos vulnerables y finitos.

1 comentario:

  1. Oh…. Me gusta, me gusta mucho, leerte es como introducirnos en la lluvia de emociones, pero con todo eso, me respondo que nadie tiene en sus manos el futuro deseado. Ningún oído puede escuchar las palabras mágicas que responda al instante a la inquieta voz de la existencia. Sin embargo sí tenemos respuestas claras: que el esfuerzo desencadena sueños, que el movimiento dirige ideales, que el cansancio nunca pesa tanto como el deseo, que la desesperación sólo provoca dar vueltas en círculos, que los anhelos sólo se hacen visibles en acciones, que la fuerza surge en medio de los golpes, que el valor sólo se refleja en la insistencia, que la sonrisa de lo idealizado llega en el momento menos esperado, que el fuego de la aspiración sólo se calma cuando se cumple.

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